Decir que no en el trabajo sigue siendo un tabú. Pero no un tabú moderno, tipo “esto ya lo estamos superando”. No. Uno de esos que está tan incrustado que ni se nota. Hasta que, un día, dices “sí” por inercia… y algo por dentro se vuelve a encoger.
Te piden una cosa más (una pequeña, rápida, sin importancia) y tú, con la eficacia que te caracteriza, accedes. Pero justo después, esa voz interna incómoda aparece:
“Ya estás quedando como el que siempre dice que sí. Poco implicado si no accedes.”
¿Por qué cuesta tanto marcar un límite, incluso cuando sabes que lo necesitas?
NO ES FALTA DE HABILIDAD. ES UN GUIÓN APRENDIDO
Nos educaron para ser responsables, eficientes, disponibles y agradables. Y decir “no” parece romper ese guión. No lo verbalizas, pero lo sientes:
- Si pongo un límite, quedaré mal.
- Si digo que no, pareceré poco implicado.
- Si marco un espacio, alguien pensará que tengo un problema.
Así que accedes. Y cada vez que lo haces, pierdes un poco más de contacto contigo
LA REALIDAD INCÓMODA
Poner límites no es un acto defensivo. Es una forma de proteger tu integridad cuando la energía empieza a pasar factura.
Es recordarte que tu tiempo y tu salud no son variables negociables. Que tú también importas en la ecuación. Y que estar disponible para todo no es una virtud… es una grieta.
Lo difícil no es decir no. Lo difícil es mantenerlo sin retroceder
Porque hay una parte de ti que sigue pensando: “Si no lo hago yo, lo hará mal. O no se hará.”
¿Y si no se hace?
Tal vez no era tan urgente. O tal vez no era tu responsabilidad.
Y aunque cueste creerlo: no pasa nada cuando no estás en todo. A veces, lo que realmente se rompe no es el proyecto, sino tú.
DESDE LA MIRADA PSICOLÓGICA Y EL TRABAJO CON PROFESIONALES
Aprender a poner límites no es una estrategia. Es una forma de autorrespeto real.
Una manera de decir: “Sé quién soy, y esto que me pides no entra en el trato que tengo conmigo.”
Y no necesitas explicarlo ni justificarlo. Un límite claro no siempre será bien recibido, pero será lo que te devuelva a ti.
No hace falta una revolución. Basta con un corte limpio
Un “no puedo ahora” Un “esto no es mi responsabilidad” Un “prefiero que lo revisemos más adelante”
Sin excusas, sin drama y sin culpa.
A veces, marcar un límite es el gesto más maduro que puedes tener en tu entorno profesional. Porque significa que te estás escuchando.
Bajo Presión es una newsletter para profesionales que no necesitan más consejos vacíos, sino espacios donde pensar en serio sobre cómo trabajamos, cuánto damos y qué nos estamos dejando en el camino.
Encuéntrame en www.psiquelab.com


Deja una respuesta